Editorial

2020, un año decisivo

Los primeros 15 años del siglo XXI vieron el ascenso hegemónico al poder de los gobiernos de izquierda en América Latina. Esos gobiernos, que llegaron al poder gracias a fuertes movimientos populares, se dedicaron a aplicar políticas de redistribución de los ingresos mediante medidas de inclusión social y el desarrollo de servicios de salud pública y educación.

Como resultado, se han creado hospitales públicos de calidad y, gracias a la participación de médicos internacionalistas cubanos, las misiones sanitarias se han extendido a las partes más remotas del subcontinente. Asimismo, las múltiples políticas sociales han permitido reducir la pobreza y la miseria y democratizar las universidades públicas y libres (17 universidades nacionales creadas en Argentina; Correa en Ecuador creó 4 universidades emblemáticas frente a las universidades privadas sin calidad pedagógica). Ante estos avances, las clases dominantes se sintieron expropiadas de sus privilegios tradicionales y la reacción no se hizo esperar, con el intento de golpe de Estado contra Chávez en 2001, seguido en 2005 por el de Evo Morales, y en 2009 el derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras. Lugo fue depuesto en 2012 y Dilma en 2016, Lula fue condenado sin pruebas, Correa fue perseguido y se produjo un golpe de estado en Bolivia. Para recuperar el poder, la derecha conservadora ya no recurre a los golpes militares del siglo XX, sino a las rupturas democráticas. Lo que está en juego es el espacio institucional y el modus operandi sin problemas: instrumentalización del poder judicial, inclinación de los medios de comunicación, ataque contra el laicismo y contra cualquier desarrollo del pensamiento crítico, exterminio político, movilización de la extrema derecha…

Son muchos los temas que están en juego: los recursos naturales estratégicos, una cuestión de seguridad nacional para los Estados Unidos; el conflicto entre China y los Estados Unidos; la voluntad de imponer el neoliberalismo 2.0 (desregulación de los derechos laborales y de pensiones, venta de empresas públicas, creación de deuda pública, reducción de las inversiones, privatización de todos los servicios, etc.).

En 2019, América Latina perdió su condición de territorio de paz ganado a través de la integración regional y experimentó levantamientos sociales que invalidaron el modelo neoliberal en las luchas entre los intereses transnacionales y los de los pueblos que comprendieron la necesidad de ocupar las calles para construir la democracia.

De las luchas que también están sacudiendo a Europa, 2020 será un año decisivo con los eventos altamente simbólicos de Chile en abril y de Bolivia, en mayo. 

Las películas e invitados de la 37ª edición de los Encuentros dan testimonio de este enfrentamiento entre estos dos proyectos de civilización.